Escuchando los discos del maromo: punk y cultura de la violación

Sarah O’Holla es una bibliotecaria neoyorquina autora del blog My Husband’s Stupid Record Collection, que documenta el proceso de escuchar y comentar, uno por uno y en orden alfabético, todos los discos de vinilo de su marido Alex. El blog de Sarah se ha hecho popular con rapidez gracias a un enfoque fresco, desprejuiciado y sincero. Aunque también ha sido criticado por reproducir un estereotipo de género frecuente en la pareja heterosexual: él es el melómano especialista, la voz de autoridad, y ella la “buena salvaje” que ha de ser educada. A continuación traducimos parte de un post en el que describía su reacción al escuchar la recopilación The Blasting Concept (1983) del famoso sello de punk norteamericano SST. La portada es un ejemplo de normalización de la cultura de la violación en el imaginario visual.

the blasting concept cover<<Si no conecto con esta música, es en parte por la portada del disco. Alex me ha dicho que el autor es el artista Raymond Pettibon, autor también de la mayoría de las portadas del sello SST y hermano de un miembro de Black Flag que también dirige SST.

Yo ya conocía a Raymond Pettibon. Vi una exposición suya en el Museo Whitney en 2005, cuando yo trabajaba allí, y tengo su libro Turn To The Title Page. Pero esta portada es muy dura. Sale una mujer desnuda, violada y estrangulada por un hombre, y al fondo se ve una explosión nuclear a través de una ventana abierta. Me gustaría pensar que lo que quiere transmitir es el horror de la violencia contra las mujeres y la guerra, y la destrucción que son capaces de causar los seres humanos. Pero si pretende ser irónica, la verdad es que no me queda muy claro. Me parece simplemente cruel.

Así que decidí llamar a mi amiga Kara Kvaran, profesora universitaria de Estudios de Género y fan de toda la vida del punk, para saber qué le parecía esta portada. Hizo la tesis sobre el género en el punk y pertenece a la subcultura punk. Cuando le expliqué que la imagen me impactaba, pero no en el buen sentido, me respondió lo siguiente: «Si lo que quieres hacer con tu arte es causar impacto o satirizar, no dibujes algo que es la realidad de muchas mujeres. Porque las violaciones a mujeres son tan frecuentes y se toman tan poco en serio que en mi opinión mostrar una imagen como esa no es satírico. Equivale a decir que eso es lo que les corresponde a las mujeres. Esa imagen dice: ‘No nos tomamos en serio la violación’. Y de esa manera, no resulta escandalosa o satírica, sino que responde exactamente a lo que se espera de ella.”

En la Universidad de Akron, donde da clases Kara, alguien escribió hace poco en el tablón de anuncios de una residencia de estudiantes: “No es violación si gritas ‘¡Sorpresa!’”. Una alumna que se sintió molesta decidió hacer una foto y publicarla en la página de Facebook de la residencia. La reacción no fue buscar a la persona que lo había escrito ni abrir un diálogo sobre cómo se sienten las mujeres frente a cosas como ésa, sino que le dijeron a la chica que quitase la foto porque daba mala imagen a la página de la residencia. Kara me dijo que nuestra conversación sobre esta portada le recordaba a aquel incidente. “Es la definición misma de la cultura de la violación. Cuando vives en esta cultura, mostrar una imagen de una violación femenina no es satírico ni escandaloso. Es algo manido, habitual, y forma parte del problema.”

He de reconocer que me resulta difícil obviar la portada y escuchar la música objetivamente. Esta recopilación no incluye ni a una sola mujer, y aunque el punk es una reacción en contra de cierta cultura mainstream, el mensaje de esta portada hace que resulte tan mainstream y excluyente como una fraternidad universitaria. ¿Qué tiene de diferente lo que hacen estos tíos? Este disco me dice que yo soy esa mujer a la que violan, con las tetas al aire y una cadena alrededor del cuello, y que esta música no es para mí. Se supone que la sátira da voz a las personas que carecen de poder, pero esta imagen las ignora y aliena aún más.

¡Al final, en esta escucha he acabado centrándome en la portada! Y es que aunque estoy a favor de las obras de arte que te afectan, y vaya si ésta lo ha hecho, soy incapaz de ignorarla. Básicamente, me quita las ganas de volver a escuchar el disco.>>

Esta entrada se ha redactado en colaboración con el blog Los cinco se sobreexcitan.

Las mujeres en… [insertar género o escena musical]. Hoy: la electrónica

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El periodista Jaime Casas, a propósito de un artículo que estaba preparando sobre mujeres en la música electrónica, nos pidió que comentáramos qué nos parecían estos artículos que agrupan a una serie de artistas precisamente porque son mujeres. Nos enviaba también una serie de preguntas sobre la posible existencia de «cierta sensibilidad femenina» y la discriminación de género en el sector. Estolo que le mandamos.

Ante todo, gracias por tu interés por esta cuestión y por dedicarle tiempo. Te pongo una serie de reflexiones que hemos compartido entre las Señoras (no firmadas por nadie en concreto). Se podría decir mucho más sobre el asunto.

Agrupar una serie de mujeres en un artículo no tiene por qué ser un error. Depende en gran medida del enfoque del artículo.

En el estado de cosas actual, con un desequilibrio total en la representación de género (un ejemplo de otro estilo musical: en el festival Materia oscura de este fin de semana no había ni una sola mujer, en lo que se supone un festival de una pretendida vanguardia musical), visibilizar la aportación de mujeres se convierte en una política de discriminación positiva (o acción positiva).

Éste es el objetivo, perfectamente legítimo, de blogs como Her Beats o del festival Perspectives de Berlín.

Estos espacios permiten además no sólo visibilizar las contribuciones de las músicas, sino poner sobre la mesa las desigualdades de género en la música, en distintos ámbitos. En este sentido, totalmente de acuerdo en que, aunque ahora sean más visibles las artistas electrónicas, la industria y los espacios siguen siendo masculinos. Hay mucho que hablar ahí, no sólo sobre las discriminaciones directas contra las mujeres que puedan producirse, sino sobre la división de género de las profesiones técnicas, que se extiende al ámbito de la música electrónica.

En estos debates, es fundamental que las protagonistas sean las propias músicas y mujeres de las escenas electrónicas y que nadie hable por ellas.

Por otra parte, tienes toda la razón en que es un asunto peliagudo, que hay que tratar con cuidado, y es totalmente comprensible que algunas músicas rechacen este enfoque. Más aún cuando a menudo lo que ocurre es que una música en concreto sólo es visible en el marco de este tipo de artículos, pero no por sí sola o en el marco de artículos sobre artistas de un estilo o una zona geográfica determinada.

Hay que recordar que existe una tradición de textos sobre “mujeres y música” que no tratan en realidad asuntos de género, sino que se dedican a acumular tópicos sin ninguna intención de cuestionarlos. En este artículo se comentan unos cuantos tópicos frecuentes.

Otro ejemplo: titular un libro “Mujer y música: 144 discos que avalan esta relación” es totalmente ridículo y ofensivo. Una cosa es visibilizar las aportaciones de las músicas y otra felicitarse a estas alturas de que hagan música. También se podría titular: “144 discos que avalan que las mujeres son capaces de tocar, ergo, son personas”.

También hay que tener cuidado con decir algo como “mujer y música”: no hay una sola mujer porque no somos todas iguales, y el criterio de diversidad también es fundamental. Una cosa es que las mujeres tengamos cosas en común (por la socialización de género y las desigualdades que sufrimos, entre otras cosas) y otra es que pensemos y actuemos todas igual.

En este sentido, plantear que existe “cierta sensibilidad femenina en la música” es totalmente cuestionable. El peligro es “esencializar” la identidad femenina, cuando existen múltiples identidades. La expresión “factor femenino” [Sónar 2004], como “mujer y música”, es totalmente desafortunada. El estereotipo de lo tradicionalmente femenino no se corresponde con lo que somos las mujeres.

Igualmente problemático es considerar que el techno o el house «son masculinos». Es cierto que la escena del techno o del house están dominadas por hombres. Y entiendo que en esta o en otras escenas puedes intuir que existe una atmósfera que imponga ciertos estereotipos de “masculinidad”. Pero tampoco los hombres sois todos iguales, afortunadamente.

Con respecto al tema de la voz femenina, hay un tipo en Barcelona llamado Jaume Ferrete que investiga el tema de la voz y sus implicaciones sociales, políticas, etc., muy interesado en la deconstrucción de género, la percepción de éste por la voz, etc.

Otra cosa muy distinta es que el único lugar disponible para las mujeres en algunos estilos musicales sea una forma determinada de hacer música. Si la música experimental o electrónica es un lugar reservado para hombres es únicamente porque ellos lo han querido así, aunque parezca que es una característica inherente a estilos musicales, más que algo construido.

El manifiesto de Grimes contra el sexismo en la música nos encantó y también otra entrada de su blog en la que explicaba con un lenguaje muy sencillo cuestiones técnicas de cómo montar su equipo. Es fundamental para desmitificar la técnica y sus jergas (que sirven de barrera para impedir la entrada de mujeres). Es muy positivo que las mujeres de la escena hagan un análisis de género desde dentro y que sirvan de modelo para otras chicas.

El sexismo nuestro de cada día

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En los debates cotidianos, todavía hay gente que duda de que el sexismo sea una corriente dominante en las relaciones culturales. Por desgracia, se equivocan, como puede comprobarse al echar un vistazo a la prensa. Esta semana encontramos tres ejemplos:

1) Artículo hipersexista bajo el título «Papá, quiero ser una groupie«. Lo publica Vicious Magazine, web especializada en música electrónica. Una frase para hacerse idea del tono:  «Serían capaces de follarse a un cactus sólo por lograr su preciado objetivo». ¿Otra para rematar? «El término «lectura» difícilmente aparece en su `extenso´ diccionario». Y así todo el rato.

2) Manfiesto de varios intelectuales franceses en favor de la prostitución: «Algunos de nosotros han ido, van o irán de putas… y ni siquiera se avergüenzan. Consideramos que cada uno tiene derecho a vender libremente sus encantos… y a que le guste».
Bastante debate tenemos las feministas sobre este espinoso tema como para que ahora vengan los puteros a darnos lecciones.

3) En la revista Inside Higher Education se comparten experiencias sobre profesores universitarios cuya principal motivación es obtener atención de las alumnas: «Esto es algo tan común en la vida que se ha convertido en cliché en libros y películas». A veces, planea el fantasma del acoso sexual, en otras experiencias hasta te acabas riendo de los trucos cutres que utilizan para hacerse los guays.

Representaciones de mujeres y hombres en los cómics de superhéroes

Reproducimos un análisis de las representaciones de mujeres y hombres en los cómics de superhéroes publicado originalmente por César Mediavilla en Órbita diversa.

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Representación de la mujer en los cómics de superhéroes (I)

¿Hay sexismo en la representación gráfica de mujeres y hombres en el cómic de superhéroes? ¿Existe en este medio una cosificación e hipersexualización de la mujer diferente a la del hombre?

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Canciones feministas cantadas por hombres II: Anti-Flag



Seguimos con canciones de temática feminista cantadas por hombres, hoy toca Anti-Flag.

Anti-Flag es una banda punk de Pittsburgh (Pennsylvania, USA) fundada en 1988. Sus letras son de contenido político, algo que no es raro en la escena punk, y dedican muchos temas al antimilitarismo, la lucha de clases o la religión.

Dicen en allmusic que Anti-Flag ganaron una cierta fama “recobrando los valores de la vieja escuela punk: rápido, alto, molesto y anti todo -ismo”. Bien, parece que hay al menos un -ismo contra el que no se pronunciaron, al contrario: ‘Feminism is for everybody (with a beating heart and a functioning brain)’. El feminismo es para todo el mundo (con un corazón que late y un cerebro funcional). Poco más que añadir.

Feminism is for everybody
(with a beating heart and a functioning brain)

«man hating, job stealing, god defying lesbians»
there is no truth to your fucking ignorance
so fuck the king’s men
we’re all the peoples feminists
we won’t put your patriarchal systems back together again

[Chorus]
this is what a feminist looks like
this is what a feminist sounds like

[Verse 2]
so you sit back counting all your pain staking loses
you grovel, you’re as backwards as the thoughts in your head..

[Chorus]
this is what a feminist looks like
this is what a feminist sounds like

[Bridge]
refuse to be a victim of this gender warfare
don’t even get us started on assholes
who still think it’s ok to call
inanimate objects gay
and are quick to call you a fag…
homophobes FUCK OFF!!!!!

El feminismo es para todo el mundo
(con un corazón que late y un cerebro funcional)

“Odiahombres, robatrabajos, lesbianas que desafían a Dios”
No hay ninguna verdad en tu jodida ignorancia
Así que que les follen a los hombres del rey
Somos lxs feministas del pueblo
No restableceremos vuestro sistema patriarcal

Este es el aspecto que tiene un(a) feminista
Así es como suena un(a) feminista

Te sientas y repasas minuciosamente tus derrotas
Te compadeces, eres tan retrógrado como tus ideas

Este es el aspecto que tiene un(a )feminista
Así es como suena un(a) feminista

Niégate a ser víctima de esta guerra de género
Y ni hablemos de los gilipollas
que todavía piensan que es aceptable
decir de un objeto inanimado
que es una mariconada
y que a la mínima te tachan de marica…
Homófobos A LA MIERDA!!!!!

@Suripantarosa @Bettyfeministe

Chicas sucias

Dirty Girls es un mini documental dirigido por Michael Lucid sobre un grupo de riot grrrls de instituto norteamericano que forman una banda y escriben fanzines en 1996. El docu muestra cómo son sistemáticamente atacadas por sus compañeras/os y acusadas de mala higiene, de raras, etc. Si es difícil mantener una feminidad outsider, imaginaos lo que es siendo adolescente.

Vía Mabel Damunt

Bibliografía sobre masculinidades indies: no por más culto menos machista

Matthew Bannister, cantante y guitarrista del grupo de indie pop neozelandés de los años ochenta Sneaky Feelings, publicó hace unos años White Boys, White Noise: Masculinities and 1980s Indie Guitar Rock (Ashgate, 2006). El libro analiza las masculinidades blancas de diversas escenas indies (rock, pop, hardcore) en el Reino Unido, EEUU y Nueva Zelanda en los años ochenta, a partir de la experiencia personal de Bannister en la escena neozelandesa y su posterior trayectoria académica en el ámbito de los estudios culturales y el feminismo.

Sólo he leído fragmentos de este libro (la introducción, reseñas diversas…); no caeré en apelaciones al crowdfunding, pero ya nos entendemos. En todo caso, por lo que entendido el planteamiento de Bannister viene de perlas para rebatir el presupuesto de que cierto nivel cultural está de algún modo asociado a un menor machismo.

Así presenta el texto la editorial:

¿En qué medida desafían las masculinidades indies la construcción histórica patriarcal de la música rock? Ésta es la cuestión fundamental que se plantea Matthew Bannister, con un análisis en profundidad del rock independiente de los años ochenta en tanto que  producción cultural e histórica específica de los hombres blancos.

[…] Bannister sostiene que anteriores teorizaciones de las masculinidades (en el rock) se han centrado normalmente en la clase trabajadora y la desviación asociada al machismo «físico» […], simplificando las masculinidades al identificarlas con los «malotes». Estos enfoques desatienden las formas en que el poder masculino se articula en la cultura no sólo a través de la representación, sino también del discurso intelectual y teórico.

Al volver a situar el indie en el contexto histórico/cultural del art rock, el libro muestra cómo el poder masculino se puede rearticular mediante la alta cultura, la cultura de vanguardia, la cultura bohemia y la teoría estética, con el establecimiento de un canon, la negación (Adorno), la pasividad, el voyeurismo y el camp (Andy Warhol y la Velvet Underground), y el primitivismo y el infantilismo (Lester Bangs, Simon Reynolds).

[…] Basándose en su propia experiencia como músico indie, Bannister repasa diversos artistas independientes, como The Smiths, The Jesus and Mary Chain, My Bloody Valentine y The Go-Betweens. De EE.UU., analiza a REM, The Replacements, Dinosaur Jr, Hüsker Dü, Nirvana y el hardcore, y de Nueva Zelanda, grupos de Flying Nun, como The Chills, The Clean, The Verlaines, Chris Knox, Bailter Space y The Bats.

Su análisis demuestra que entre estas escenas aparentemente dispares existen amplias continuidades en términos de género, teoría estética y enfoques de la historia de la música popular. El resultado es un libro que reflexiona sobre algunas cuestiones importantes: cómo se analiza el  género en la cultura popular y hasta qué punto las culturas alternativas son capaces de criticar las representaciones de género dominantes.

Básicamente, el argumento de Bannister es que el machismo clásico del rock (o del hip hop) no es la única forma de reafirmar la superioridad masculina, sino que existen otras, y una de ellas es la que se utiliza en el indie y en otras culturas musicales intelectualizadas (o la propia crítica musical).

Para Bannister, el sonido del indie es «el sonido de hombres tranquilos haciendo mucho ruido«, la forma con la que los hombres «sin poder» se reafirman en su reparto del pastel frente a otras masculinidades hegemónicas, a la vez que perpetúan la exclusión de las mujeres. Esto supone desarrollar un intelectualismo y una estética masculina diferenciada, en oposición a las ideologías tradicionales del rock como expresión creativa física y espontánea.

La estrategia del intelectualismo se basa en el hecho de que los miembros de las escenas indies, principalmente hombres, acumulan capital cultural creando un canon estético de influencias musicales oscuras sólo accesibles para «enterados» y este conocimiento los distingue y hace superiores a quienes tienen gustos estéticos más generalizados. Para Bannister, los indies aspiran a ser intelectuales de clase media, a regular los criterios del gusto. La acumulación de conocimientos y de propiedades (esas colecciones de discos…) es el procedimiento para adquirir estatus en la subcultura y proyectarlo sobre la cultura en general.

Incómodos ante las identidades de género convencionales de la música mainstream, parecería que los indies se abren a la expresión de los afectos. Sin embargo, según Bannister, cuando se analiza más detenidamente la aparente subversión de ese nuevo (anti)canon de «lo que mola» se entiende que sólo se cuestionan las formas y no el fondo, que sigue reproduciendo privilegios de género, clase y etnia. Para ello, se despliegan nuevas estrategias que poco contribuyen a las relaciones igualitarias, como el infantilismo, el amateurismo, la glorificación de la melancolía y el refuerzo de la desafección cool asociada a la masculinidad de clase media.

En conclusión, no es cierto que una mayor cultura equivalga a un menor machismo. Que leer mucho no te hace más justo es una conclusión a la que se podría llegar, por ejemplo, diciendo simplemente: «Fernando Sánchez Dragó». Pero, centrándonos en el indie, Bannister demuestra que la intelectualización en las subculturas genera otras formas de machismo, «menos vulgares» a los ojos del gusto elitista, quizá menos visibles y más sutiles, pero probablemente por ello más perniciosas.

Otras reflexiones a partir del texto:

  • Leer el índice alfabético es hacerse la boca agua. Quiero saber qué dice de Lou Barlow,  Talking Heads, Orange Juice, Kevin Shields, Ian MacKaye, The Wedding Present y “los anoraks como style statement«.
  • Parece que a partir de la experiencia con Sneaky Fingers, Bannister plantea que el indie pop es un género subalterno al indie-rock y con mayor tendencia a masculinidades alternativas.
  • Se propone también la melancolía como un eje de las masculinidades indies, en un capítulo con el sugerente título «¿Qué puedo hacer si muere? Música, tristeza y masculinidades“ (aludiendo a «Pink Frost» de The Chills) y aún más sugerentes subcapítulos sobre «el artista sufriente”, la nostalgia, el intelectual sádico y el narcisismo de Morrissey y Warhol.
  • Gran concepto el de «amateurismo irónico«. ¿La ironía del amateurismo sólo se reconoce cuando lo practican los hombres?
  • ¿Cómo afectan estas masculinidades a diferentes escenas intelectualizadas en los márgenes: del indie rock más o menos sensible al straight edge?
  • ¿Qué papeles tienen las mujeres en las bandas indies?
  • Bannister concede que en las escenas independientes hay espacio para estrategias, negociaciones y diversidad en las masculinidades y cita a The Go Betweens o Husker Dü, por ejemplo. Menos mal, ¿pero cómo funcionan?

Pues nada, que eso, ¿alguien tiene por ahí el libro?

Si dos mujeres cruzan opiniones sobre Bin Laden, ¿están hablando de hombres o de política?

Publicamos hoy un texto sobre personajes femeninos en las peliculas, en concreto los personajes centrales de la pelicula «Zero Dark Thirty» analizados según el Test de Bechdel, preguntándonos acerca de las limitaciones de éste y de lo que es politicamente deseable de la representación de las mujeres.

Texto original de @Suripantarosa  con amorosa revisión de @inwit

Si dos mujeres cruzan opiniones sobre Bin Laden, ¿están hablando de hombres o de política?

Unas cuestiones sobre las limitaciones del test de Bechdel y la conveniencia de su aplicación de forma literal. ¿Mi excusa para volver a hablar del tema? El artículo publicado en Cinemanía que somete al test a los nueve largometrajes nominados a mejor película en los Oscar 2013.

Cuando dos vecinas discuten acerca de Rajoy, ¿están hablando de hombres o de política? Cuando dos mujeres hablan del hombre al que aman, del hombre con el que follan, del hombre del que quieren separarse, ¿se limitan siempre, sin más, a hablar de machos, o pueden quizá estar valorando su necesidad de emancipación o analizando el maltrecho amor romántico, la dependencia emocional y el sexo hipster?

Maya (Jessica Chastain) protagoniza ‘Zero Dark Thirty’, nominada a mejor película en esta edición de los Oscar y que, como recoge el artículo mencionado, ‘Las Nominadas a los Oscar 2013 y el test de Bechdel’, suspende ­por poco­ el test. Sí, en ella salen al menos dos mujeres con nombre propio que mantienen una conversación de más de un minuto, pero este intercambio se centra en Bin Laden y sus compañeros de la CIA. Bien.

Tengamos en cuenta lo siguiente: ‘Zero Dark Thirty’ recorre diez años de esfuerzos de los gobiernos estadounidenses de Bush y Obama por dar un cierre épico al episodio de los atentados del 11S. Diez años que culminaron con el asesinato de “Gerónimo” Bin Laden y su salto de trampolín con triple tirabuzón a las aguas del mar de Arabia, o a la morgue militar estadounidense de Dover.

Segunda cuestión a tener en cuenta: las dos mujeres que mantienen la conversación son Maya, la protagonista, y Jessica (Jennifer Ehle), ambas agentes de la CIA implicadas en las operaciones de búsqueda, captura y asesinato de Bin Laden.

Tercer apunte, este personal: me acuerdo de uno de los primeros comentarios de texto que hice de pequeña. Era de un clásico de la poesía española cuyo nombre no consigo recordar (pistas bienvenidas). Puede que perteneciera a aquella serie de lírica cortesana que escribió Quevedo con Lisi como quintaesencia de la/lo mujer. Se trataba de una sucesión de metáforas manidas: tus dientes como perlas, tu piel de durazno, tu boca de fresa; seguida de otra tanda de imágenes retóricas que contrastaban la carne joven con la decrépita. De las perlas al hueco negro, del durazno a la lija, de la fresa a la pasa. El poema llevaba nombre de mujer y eran sus rasgos los que describía. Para hacer el comentario de texto, teníamos que rellenar una fichita bien cuadriculada en la que uno de los interrogantes era “sujeto protagonista del texto”. La respuesta fue casi unánime: Lisi. A mí, bueno, me pareció que el sujeto del poema no era ella, sino el tiempo. La repelente niña Vicente que hay en mí nunca perdonará a mi profesora que en el transcurso de la clase me dijera que estaba totalmente equivocada, para luego citarme a la salida y concederme que mi enfoque también era correcto. Y es que aquel poema era a la vez descripción de la amada idealizada y melancolía saturniana del tempus fugit, el carpe diem y esas cosas.

Desde que me crucé con el test de Bechdel interpreté los tres puntos que lo componen desde una perspectiva flexible y con la mejor de mis sonrisas, porque este test surge de una tira cómica, ‘Dykes to watch out for’, muy hija de su tiempo –se publicó en 1986–, centrada más bien en la cuestión de las cuotas, en la presencia cuantitativa de la mujer, no tanto en su representación. Este enfoque es ampliable y matizable hoy día, más que por lo que hayamos avanzado en la cuestión de la presencia de la mujer, por el crecimiento y diversificación de los feminismos desde finales de los años ochenta. Lo “queer”, lo “transgénero”, por mencionar tan sólo un par de tendencias y enfoques de los feminismos actuales, tendrían mucho que decir a este respecto. Podría argumentarse, por ejemplo, que el test está diseñado para analizar la presencia de la mujer ­–entendiendo por tal una de las dos identidades de género binario–­ con relaciones heterosexuales, dejando fuera del campo las identidades de género no asignadas y las relaciones no heteronormativas. Reconozco que para mí esto no supone mayor problema que el que pueda derivarse de no diseñar nuevos tests que partan de o incluyan otras categorías. El test de Bechdel, en su marco concreto de análisis, me parece válido y efectivo, más aún viniendo de la mano de una lesbiana militante que ha convertido su sexualidad en una cuestión política presente en toda su obra.

Así que, en fin, Maya y Jessica son agentes de la CIA, y mantienen una conversación de más de un minuto acerca de Bin Laden y sus compañeros de la CIA. ¿Es esta una conversación sobre hombres o más bien sobre lo político y lo laboral? ¿Es peor o mejor, de cara al enriquecimiento del imaginario poblado por mujeres, que una conversación sobre el botox en ‘Sexo en Nueva York’ –­que sí aprueba–­?

Si ya de por sí el test es sin más –­ni menos–­, una herramienta divertida a través de la que visibilizar los papeles a los que se ven relegadas las mujeres en el cine y el tipo de temáticas e incluso espacios físicos a los que se restringe su interacción (1), que no profundiza más allá del punto al que cada uno de nosotros queramos hacerlo, ¿es conveniente tomárselo de una forma tan literal? Lo es, desde luego, para la construcción de webs colaborativas como la ‘Bechdel Test Movie List‘, proyecto inabordable desde lo cualitativo. Pero en un análisis más discursivo estaría bien señalar las zonas a las que este test no llega, pues son espacios de reflexión más complejos de los que podemos extraer conclusiones o abrir nuevos debates mucho más interesantes.

(1) Respecto a los espacios en los que se suele encerrar la interacción entre mujeres, no dejéis de investigar sobre el término “mujer ventanera”, con el que me topé por primera vez en Desde la ventana (Enfoque femenino de la literatura española), de Carmen Martín Gaite.

Pissed Jeans: la mirada masculina autocrítica

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A través de @buscateunnovio e Irene García Rubio nos llega esta entrevista a Matt Korvette, del grupo de punk de Pensilvania Pissed Jeans, que acaba de publicar su último disco, «Honeys», en Sub Pop. Nos ha encantado que aprovechara la oportunidad para hacer un ejercicio de autocrítica y de reflexión sobre el sexismo en el punk. Aquí tenéis un fragmento de la entrevista.

Pitchfork: ¿Es «Male Gaze» [una de las canciones del disco] una respuesta a la idea de que las letras y el estilo musical de Pissed Jeans se consideran principalmente masculinos?

MK: Totalmente. Creo que tenemos muchas fans, pero en el rock, la gente desacredita a las mujeres de entrada, aunque sea de forma inconsciente. Sé que es algo en lo que yo mismo he caído. Y esa canción era sólo una disculpa por haber sido misógino a lo largo de mi vida. No es que Pissed Jeans tenga que asumir demasiadas responsabilidades por  misoginia, pero hablo a nivel personal: es como seguir conduciendo, mirando por la ventana del coche, sin prestar atención. La verdad es que es algo que he intentado resolver.

Pitchfork: Aparte de tu caso, ¿crees que estas cosas son un problema importante en el punk?

MK: Sin duda, y da igual que seas punk o un atleta de una fraternidad universitaria. De todos modos, creces viendo los mismos programas de la MTV. Te machacan con la idea de que las chicas tienen que estar buenas y si no están buenas es que les pasa algo. Pero si están buenas, entonces no tienes que tomártelas en serio. Es una paradoja terrible, en la que no pueden ganar ni ser tomadas en serio como seres humanos.

Nos podemos quedar sentados y cuando sale un grupo punk de chicas comprarles el disco. O puedes hablar con tus amigos y decirles: “Deja esa mierda de que tal mujer de tal grupo está ahí porque está buena… Déjalo, tío». Puede ser incómodo y desagradable, y nadie quiere acercarse al tema ni por asomo. Pero eso haría mucho más para que las mujeres se sintieran bien recibidas a la hora de tocar en un grupo de rock, más que ir solamente a los conciertos. Las mujeres son inteligentes y no son todas meros clones con buen gusto porque su novio les ha pasado un disco. Eso es una falacia de mierda.

Incluso si miras el hip-hop y piensas en Too $hort… Coges un disco que está lleno de una misoginia terrible durante 12 temas y entonces llega al último y se pone: “El mundo está muy jodido, tío, ¿qué está pasando? Los chavales no van al colegio, a las chicas no se las respeta…”. Y te dices: “A ver, tíos…».

El título de la canción de Pissed Jeans hace referencia al concepto de la teoría cinematográfica feminista “male gaze” (mirada masculina»), acuñado por la teórica del cine Laura Mulvey en 1973. John Berger desarrolló una idea similar a propósito de la objetificación de las mujeres en la historia de la pintura europea (algún día hablaremos de ello). Posteriormente, el concepto se ha aplicado a todo tipo de productos visuales, especialmente la publicidad.

La idea de la mirada masculina es que muchas imágenes se producen con la idea de que quien va a verlas es un hombre heterosexual. Las mujeres aparecen solamente como objetos de esta mirada masculina. Su función es sólo pasiva: ser miradas. O verse reflejadas en esa imagen, de forma que sea su responsabilidad complacer al gusto masculino. Unos cuantos ejemplos aquí.

La canción “Male Gaze” de Pissed Jeans lleva el concepto de mirada masculina más allá del arte, al terreno de la objetificación cotidiana de las mujeres a través de las miradas masculinas heteropatriarcales que recibimos diariamente y que nos recuerdan constantemente cómo debemos ser (para que no pensemos demasiado en lo que en realidad nos apetecería hacer).

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Pissed Jeans “La mirada masculina”
«Honeys» (Sub Pop, 2013)

Es cuando una sonrisa se convierte en una mirada fija y empieza a abrasar.
Es cuando le pides que pare y no aprende.
Triste rutina que no cambia si él está sin blanca o es millonario.
No se puede evitar, así son las cosas.
Nunca le ha tenido que importar.
 
Es cuando te juzgan incluso antes de que digas una palabra.
Es cuando das el argumento más inteligente y pasa desapercibido.
 
No soy inocente, soy culpable.
No soy inocente, pero lo siento.
 
Es la mirada masculina. Está en mí, lo sé.
La siento todo a mi alrededor. Ojalá pudiera destruirla.
Sí, es la mirada masculina. La he tenido siempre.
Y sé que no soy un ángel, pero intento acabar con ella…
 
Es cuando te juzgan de todas las maneras antes de que llegues.
Te machaca todos los días desde que naces.
Te callas y te muerdes la lengua delante de idiotas absolutos.
El castigo por romper las normas sociales nunca vale la pena.
 
No soy inocente, soy culpable.
No soy inocente, pero lo siento.
No soy inocente, me declaro culpable.
No soy inocente, pero lo estoy intentando.

 

En la guía para la empatía con las mujeres le dábamos un bonus a las canciones que tematizaran la igualdad de género como una cuestión de justicia. Por esta canción y esta entrevista, Matt Korvette y Pissed Jeans se llevan esta vez varios positivos:

  • Por considerar que la cuestión merece una canción o varias.
  • Por reflejar en “Male Gaze” la experiencia de las mujeres, sin apropiarse de ella y dirigiéndose de tú a tú (“Te callas y te muerdes la lengua”).
  • Por hacer autocrítica de las masculinidades hegemónicas, desde su historia personal.
  • Por demostrar en las entrevistas que sabe de qué está hablando.
  • Por reconocer que el machismo está presente en todos los estilos musicales.
  • Por reconocer la responsabilidad de los hombres en la lucha feminista, y ejercer esa responsabilidad en el trato con sus colegas.
  • Por cuestionar la propia mirada e intentar, al menos, mirar de otra forma.